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Historia de la Marina Española( Gestas, personajes y barcos)


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Creo este post, para ir colgando información sobre la marina española de los siglos XVI a XIX.

 

 

Blas de Lezo, la Batalla de Cartagena de Indias y la gran derrota británica escondida por ellos mismos

 

http://www.todoababor.es/articulos/art_2.htm

 

En Octubre de 1739 Inglaterra declara a España la “guerra de la oreja de Jenkins” y planea tomar la ciudad donde confluyen las riquezas de las colonias españolas, Cartagena de Indias (Colombia), dominar el comercio en el Caribe y, en una operación combinada con las fuerzas del Comodoro Anson que con el navío Centurión y seis buques más acosaba las colonias del Pacifico Sur, aniquilar el imperio español en América. Pero Anson, fue perseguido por la escuadra de José Pizarro, cuando intentaba pasar al Pacífico. Uno de ellos, el Wager se estrelló en las costas de Chile. Dos dieron media vuelta y regresaron a Inglaterra. Tres de ellos consiguieron pasar al Pacífico: El Centurión, con la insignia del propio Anson, el Gloucester y el Triall. Tan solo el Centurión consiguió regresar a Inglaterra. 

Aunque el origen de la guerra fue la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue un incidente cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja; después de lo cual le liberó con este insolente mensaje: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Este suceso enardeció a la opinión pública inglesa y dio lugar a que su Gobierno, presidido por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.

El 13 de Marzo de 1741 apareció por "Punta Canoa", poniendo en vilo la ciudad de Cartagena, la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía: 2000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte. La flota, muy superior a la Invencible de Felipe II que sólo disponía de 126 navíos, está dirigida por el almirante Sir Edward Vernon y transporta 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. En la expedición vienen 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George. 

 

Las defensas de Cartagena no pasaban, en cambio, de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis únicos navíos de guerra de los que dispone la ciudad: el Galicia que era la nave Capitana, el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador. 

Este pequeño contingente está dirigido por hombres decididos a defenderse hasta morir: el Virrey Sebastián de Eslava, Almirante de los Reales Ejércitos con larga experiencia militar, y bajo su mando, pero en el mar, el celebre Almirante de la Armada D. Blas de Lezo, lobo de mar que ya ha participado en 22 batallas y expediciones navales perdiendo la pierna y el ojo izquierdo en Málaga y Toulon y quedándole lisiada la mano derecha en Barcelona. Seguían en la jerarquía el Mariscal de Campo D. Melchor de Navarrete, Gobernador de la ciudad, a cuyo cargo quedó la parte administrativa y el abastecimiento de víveres, y el Coronel D. Carlos Des Naux, Ingeniero militar y Director de obras de fortificación, quien actuó primero como Castellano del Castillo de San Luis de Bocachica y luego como Castellano de San Felipe de Barajas. Aunque con algunas discrepancias de criterio en materia estratégica entre Blas de Lezo y el Virrey los cuatro hombres lograron por fin unificar su acción baja la dirección de Eslava y resistir a pie firme el embate inglés.

El 31 de marzo, Vernon, seguro de su victoria y muy arrogante, escribe a su esposa:

  • Desde el navío "Princesa Carolina", en el puerto de Cartagena, 31 de Marzo de 1741.

  • "Después del glorioso éxito que le ha complacido favorecernos a Dios Todopoderoso, de Cuyas múltiples gracias espero no ser olvidado nunca, no puedo dejar pasar la oportunidad de escribir una carta que envio a casa para haceros saber las gratas noticias, aunque con las prisas presentes no tengo mucho tiempo para entrar en detalles....

  • El primer ataque fue de tres de mis barcos de 80 cañones en los fuertes de San Yago y San Felipe, permaneciendo a las afueras del castillo de Boca Chica, para asegurar el desembarco; condujimos al enemigo fuera de ellos en menos de una hora, asegurando el desembarco del ejército, sin mucho más que un simple disparo de moquetón sobre ellos. Mis bravos marineros por dos veces atacaron y tomaron dos baterías en el lado opuesto del puerto; una de quince y la otra de cinco cañones de 24 libras. El general me recriminó el haber vejado a su ejército, habiendo ellos rearmado y reparado las armas después de nuestro primer ataque que las destruyó, y pudimos disponer nuestra batería en tierra.

  • En el propicio 25 de Marzo, el día que tomé el mando, el General me envió un mensaje de su intención de atacar el castillo de Boca Chica; sobre el cual, antes del tiempo que él proponía, envié todos mis barcos cargados de hombres y armados para desembarcar sobre esas baterías destrozadas una tercera vez, con el fin de distraer por ese lado, y favorecer su ataque. Pero el enemigo estaba tan consternado, que nuestras tropas marcharon dentro del castillo a través de la brecha sin que hubiera un solo disparo sobre ellos, y sobre las diez de la noche mis bravos marineros atacaron sin abrir una brecha el fuerte de San José, desde el cual, al principio de la noche, el enemigo había estado disparando a nuestros hombres con mosquetes, sin producir ningún daño. Pero ellos no se enfrentaron al ataque, pues abandonaron el fuerte, dejando sólo a tres españoles borrachos tras de sí. Animados con este éxito, mis oficiales encontraron a los españoles quemando y hundiendo sus barcos. Parte de los botes fueron separados, para intentar salvarlos; y abordaron y tomaron el barco del almirante español, El Galicia, con la bandera izada, y con su capitán dentro, el capitan de los infantes de marina, la insignia, y 60 hombres, quienes, no teniendo botes para escapar, nos dieron la oportunidad de salvar este barco, el cual tenian órdenes de hundir igual que los otros. Además del barco del almirante tomado, de 70 cañones, quemaron el San Felipe, de 80 cañones, y hundieron el San Carlos y el Africa, de 60 cañones cada uno, en el canal; y ese mismo día los únicos soldados que quedaban aquí habían hundido el Conquistador y el Dragón, de 60 cañones cada uno, ya que ellos habían hecho que todos los galeones y otros barcos yacieran debajo de Castillo Grande cerca de cinco leguas más arriba del puerto.

  • Solo tengo tiempo de añadir que ha complacido a Dios Todopoderoso preservar mi salud para llevar a cabo estas gloriosas fatigas, y tenerme en una buena disposición para comenzar con todo el posible vigor, para humillar a los orgullosos españoles, y llevarlos al arrepentimiento por todas las heridas y las depredaciones llevadas a cabo sobre nosotros durante mucho tiempo.

  • Solo tengo tiempo para enviarte mi más sincero amor y afecto hacia ti y bendiciones para nuestros queridos hijos; y con saludos para todos nuestros vecinos, y al honesto Will Fisher.

H. Moorhouse. Letters of English Seamen. (London: 1910).
(Traducción de Margarita L. B.)

Vernon se tragaría sus palabras poco tiempo después.

El libro describe la batalla nocturna decisiva que ocurrió la noche del 19 al 20 de abril de 1741cuando los británicos trataron infructuosamente de tomarse el Castillo de San Felipe de Barajas ( o de San Lázaro, que es el mismo ) y sufrieron pérdidas muy graves.

El día 30 de abril hubo un canje de prisioneros y los comandantes Españoles encontraron información decisiva en lo que narraron sus compatriotas y los Granadinos recién liberados :
"Los prisioneros Españoles canjeados suministraron varias noticias sobre la magnitud del desastre sufrido por los británicos, pero entre ellos una de capital importancia, a saber : que se había proyectado dar un nuevo asalto al castillo de San Felipe, pero que se desistió de él, en vista de que la tropa se negó a secundar a los jefes, por lo que hubo necesidad de retirarla de tierra después de diezmarla !, 'pasando por las armas 50' hombres por desobediencia manifesta ante el enemigo.
Segun el Diario del sitio y bloqueo que se puso a los castillos y plaza de Cartagena de Indias [ Autor anónimo ], la noticia del desistimiento de una nueva intentona sobre San Lázaro, se confirmó luego con la declaración de otro testigo que presenció los aprestos que hacía el enemigo para abandonar el campo y embarcarse, lo que equivalía a haber llegado al final de su trágica aventura :

  • 'A las 5 de la tarde, escribió el 25 de abril el diarista, se pasó a esta plaza un desertor y dijo que había el enemigo embarcado el tren de artillería y la mitad de los morteros y tropa, que esta noche se embarcaría el resto, y que según había oído en su campo intentaban poner sus ataques en una legua de tierra que hay del Castillo Grande a la Plaza, y que esta retirada se había determinado porque el día 23 habiendo formado su gente, preguntó ésta dónde los llevaban y dícholes que a dar nuevo asalto al Castilllo de San Lázaro echaron todos las armas al suelo diciendo que no lo harían si no le desmontaban primero su artillería pues ya habían visto los muchos que habían muerto con más de 800 heridos por lo que había determinado su comandante embarcarlos antes de mayor rebelión'."

 

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Castillo de San Felipe (Cartagena de Indias). Situado en una peninsula desde la que se divisa la ciudad actual.

 

 

 

 

 

 

Sucesión de Catástrofes Británicas

Cuando ocurrió la acción decisiva de 1741, que fué el asalto al Castillo de San Felipe de Barajas, a las 3 am del 20 de abril, hacía exactamente 35 días que los cañones británicos disparaban sobre los defensores de la ciudad y sus fuertes.
Algunos autores de la época ponen el número de muertos en la Noche Infernal en una cifra tan alta como 2,000. Otros dan 800 o 1,000. De todos modos esta fecha cambió la percepción del Cartagenero raso y del soldado Británico.

La cifra total de británicos muertos en los combates en Bocachica, los navales, y del interior de la Bahía, el asalto a otros fuertes y el fatal de San Felipe posiblemente ya elevaban la cifra a un valor muy considerable, quizás 3,000 o 4,000, un poco después del asalto malhadado.
Ya había empezado una horrosa epidemia de cólera que habían traído en sus buques los británicos. Los Españoles lo sabían desde hacía unas semanas y se extrañaban al oir hablar de esa enfermedad tan insólita. Ya temían a los británicos como contagiosos.

Viene un tiempo absurdo de 30 días exactos, en que los británicos permancen en Cartagena sin objetivos claros. Se podían haber salvado muchos británicos marchándose, o pidiendo ayuda médica y provisiones a los Españoles y reconociendo su error. Y en lugar de ello desafían al destino, quedándose para morir en mucha mayor cantidad.
El escorbuto y la malaria estaban diezmando también a los británicos que carecían de provisiones frescas y había guerrillas para no dejarlos abastecerse. Estas guerrillas si provisionaban a la plaza rompiendo el bloqueo, gracias al laberinto de ciénagas, canales, etc... que rodea a Cartagena.
Vernon pone el buque 'Galicia' a disparar sobre edificios de la ciudad. Este buque lo habían capturado a los Españoles en la toma de Bocachica al forzar la entrada a la Bahía. El propósito claro era humillar el honor Español y vengarse.
Pues bien los cartageneros fuera de San Felipe de Barajas y dentro de la ciudad amurallada, estaban felices de las noticias, y se contagiaron de entusiasmo marcial movilizando piezas de artillería que mataron a los británicos del Galicia y pusieron en llamas el velero.
El viento sopló y llevó la nave incendiada hacia otras embarcaciones y material de guerra Inglés con grave destrucción, pérdidas y explosiones.

El Castillo de Manzanillo defendido por unos criollos no caía pese a un bombardeo inmisericorde y brutal de muchos grandes veleros de línea. Vernon resolvío que con un ataque de infantería se lo tomarían fácilmente pues estaba casi en ruinas.

Pero los criollos dispararon con artillería cargada de metralla que tenían escondida y mataron 200 británicos en un instante. Esto desmoralizó la tropa de asalto británica y ya nadie quiso exponerse contra ningún baluarte o muralla, por fácil que pareciera.
Los británicos empezaron a caer al suelo súbitamente y morir en poco tiempo sin que les diera ninguna bala. Las guerrillas se envalentonaron por todas partes.
El Virrey y el Almirantes Español tenían muchas dificultades en contener a los arrojados y locos que querían hacer salidas galantes, desde el Castillo de San Felipe o desde la ciudad fortificada.
Como militares de gran experiencia en Europa, de gran madurez, sensatez y juicio, sabían que esto no aportaba nada a una victoria que ya era completamente clara. Y su deber era proteger a sus defendidos aún de sí mismos. Además ya temía la plaza el contagio de enfermedades que tenían los sitiadores.

No se citan otras acciones más costosas en vidas británicas, pues carecen de la espectacularidad del Galicia, de Manzanillo y de las Guerrillas. Que además prueban el valor y la contribución de los Granadinos no Españoles.
Los últimos veleros parten el 20 de Mayo, pero tienen que quemar 5 veleros por falta de tripulación. En el camino a Jamaica hunden otro velero y cada barco es un hospital desgraciado.
Este dato de los veleros hundidos por falta de marineros, más otras informaciones acerca de que estaban reclutando marinos a la fuerza entre los norteamericanos indican que los muertos no pudieron ser tan pocos como 4,000 o 5,000. La cifra es probablemente más alta.

Refuerzan este punto de vista informaciones fragmentarias y confusas acerca del caos en la flota británica. Se usa a los coloniales como azotadores de la marinería británica que está muy rebelde. Hay mucho odio de los Redcoats hacia los Norteamericanos.
El Royal Navy que parte de Cartagena es un completo caos y un infierno de recelos y odios entre comandantes y nacionalidades. Ingleses, Escoceses, Irlandeses, Norteamericanos, etc.. se culpan y acusan de Papistas, de delincuentes, etc... 

Hecatombe británica
Nota sobre las muertes Británicas


Edward Vernon fué recibido como un héroe en Inglaterra, con medallas conmemorativas de su 'Victoria'. Pero poco a poco se supo la horrible verdad de que no aparecían la mitad de los hombres enlistados.
John Pembroke, un Inglés muy valiente de Jamaica y testigo presencial cuenta como la bahía de Cartagena era un pudridero de británicos y da una cifra muy elevada de muertos Británicos, incluidos los Coloniales Norteamericanos.

De acuerdo a Pembroke, la mitad de los muertos fué causada por Artilleros Españoles y era falso culpar sólo a las enfermedades de la derrota.
Vernon había elogiado el comportamiento valiente y heroico de Pembroke, por lo cual es difícil desacreditar a este rico heredero de los Barones del Azúcar de Jamaica.
Los Pembroke eran tan ricos que compraban puestos en el parlamento Británico y a sus mansiones iban los primeros ministros de Inglaterra.

Más abajo, en esta página transcribimos del libro de John Pembroke, las cifras son exageradas y falsas, pero no era Pembroke un pobre, un borracho, o un acomplejado, sinó un miembro del Parlamento Británico, su familia fué más tarde muy amiga de Pit.

Muchos otros testigos presenciales británicos coincidieron en esta apreciación tal como el Novelista Inglés Tobias Smollett, quien fué autor favorito de George Washington y enemigo jurado del Almirantazgo Británico.

En sus novelas presenta a Cartagena 1741 como un terrible desastre Inglés y a los oficiales de la Royal Navy como unos canallas. Favor recordar que esto fué antes del motín del 'Bounty' en el Pacífico, ocasionado por la crueldad del sistema de la Marina Británica.
Tobias Smollett ocupa un lugar muy destacado en la Historia de la Literatura Universal. Es el primer Gran Novelista del Mar. El inventó el género. Ver más abajo Informacón sobre Smollet y Pembroke.

Informe de John Pembroke sobre Cartagena 1741
Testigo presencial de los hechos escribió el librito : 'True Account of Admiral Vernon's conduit of Cartagena'.

  • "By honest count we lost 18,000 men dead, and according to a Spanish soldier we captured, they lost at most 200.
    Admiral One Leg with his excellet leadership and fire killed 9,000 of our men, General Fever killed a like number.
    When I last saw the harbor of Cartagena, its surface was gray with the rotting bodies of our men, who died so rapidly that we could not bury them.
    The poor, weak farmers from our North American colonies died four men in five."

  • Fuente : 'Caribbean' de James A. Michener.

La caída de Vernon

Vernon recibió muchos honores en Inglaterra al regresar, ya que tenía muy poderosos aliados políticos, y se demoró muchos años para caer y desprestigiarse, veamos porqué :
Empezaron los testimonios británicos que acusaban a Vernon. Se publicaban folletines y libritos anónimos. Entonces el rey George II ( Jorge II ) prohibió todo tipo de publicación sobre el tema del asalto a Cartagena en 1741.
La época Napoleónica trajo un gran patriotismo y necesidad de elevar la moral y olvidar lo desagradable de las derrotas británicas. Gran Bretaña se glorificó con las victorias de Nelson y Cartagena pasó a ser un pequeñito episodio de mala suerte debido a enfermedades tropicales no conocidas en su época. 

Relación de Buques británicos de Cartagena 1741

Por tratarse de un número tan elevado de veleros : 186 no vamos a presentar sino los barcos de 80 y 70 cañones :

  • Navío Cañones Capitán
    Russel 80 Norris 
    Torbay 80 Gascoyne 
    Cumberland 80 Stuart 
    Boyne o Boyme 80 Jefe de escuadra Lestock 
    Princess Amelia 80 Jefe Hermington 
    Chichester 80 Robert Trevor 
    Norfolk 80 Graves 
    Shresbury 80 Townshend 
    Princess Caroline 80 Griffith 
    Suffolk 70 Davies 
    Buckingham 70 Mitchel 
    Oxford 70 Lord Fitzroy 
    Prince Frederick 70 Lord Beauclerc 
    Prince Orange 70 Osborne

Nuevos datos sobre la derrota británica.
Por Gustavo Vargas Martínez

El asedio del almirante Edward Vernon a Cartagena en 1741 logró reunir la más grande flota de guerra británica del período colonial y amenazar seriamente la presencia española en el Caribe. De haber vencido en Cartagena, la historia habría dado un vuelco para todos: Gran Bretaña se habría hecho fuerte en la Nueva Granada, y España, en apuros, se habría visto obligada a ceder espacio en América y tal vez en la propia Europa. Por lo mismo, la victoria criollo-española de 1741 aseguró por setenta años más la hegemonía colonial de la Corona y desalentó, al menos en el Caribe, nuevas incursiones de Inglaterra.

Un viejo documento redescubierto nos viene a proporcionar nuevos datos sobre el acontecimiento. En 1741, el mismo año del asedio, se publicó en París el Méthode pour étudier la géographie, escrito por Nicolas Lenglet-Dufresnoy, en seis tomos. En el último tomo, a manera de addendum de última hora, con la advertencia justificativa de que tal relato ayudaría a conocer "que la nación española conserva siempre igual el mismo coraje que ha demostrado en todas las guerras", se publica íntegro un Diario del sitio de Cartagena en América, escrito anónimamente por un español y traducido al francés por el propio embajador de España en Francia, don Luis Rigio y Branciforte, príncipe de Campoflorido, Grande de España. El diario es, en realidad, un relato bastante pormenorizado, en 17 páginas, que describe las principales contingencias de esos días y se suma, por su originalidad y rareza, a otros semejantes que son ya bien conocidos por los historiadores, pero de muy escaso conocimiento por parte del lector común, como son la "Narración de la defensa de Cartagena de Indias contra el ataque de los británicos en 1741", publicado por Cristóbal Bermúdez Plata en Sevilla (1912); los dos anónimos publicados por Juan Manuel Zapatero, a saber, el "Diario puntual de lo acaecido en la invasión hecha por los británicos a la plaza de Cartagena", tardíamente publicado por Manuel Ezequiel Corrales en 1883, y las "Memorias que podrán servir para la historia de Cartagena", escritas por "un paisano" y publicadas en La Habana. Pero aparte de estos relatos recogidos por Zapatero, están otros dos que Guillermo Hernández de Alba hizo públicos, que son el "Diario de Enrique Forbes, teniente en el regimiento de Bland", y las "Noticias de la Provincia de Cartagena de Indias escrita el año 1772". Entre los testimonios británicos vale la pena recordar también la divertida descripción de las desventuras de la flota británica escrita por Tobias Smollet, "Authentic papers related to the expedition against Carthagena", publicada por Jorge Orlando Melo en su Reportaje de la historia de Colombia (Bogotá, Planeta, 1989).

Ninguno de los anteriores relatos es tan completo, tan reciente y tan preciso en la información casi periodística que proporciona, como el Diario del sitio publicado por Dufresnoy, a escasos tres meses después de ocurridos los sucesos. Por eso, y porque al decir de su editor "está escrito con tanta moderación que los vencidos no se ofenden", puede ser considerado lectura obligada y pieza documental insustitutible para toda persona que quiera enterarse del sitio de Cartagena por Edward Vernon.

El victorioso ataque llevado a cabo por Vernon a Portobelo en 1739, en que con sólo seis naves de guerra, dos centenares de soldados y mucha suerte tomó a los españoles 68 cañones de bronce, 4 morteros, les inutilizó 80 cañones de hierro y les arrebató cuantioso botín, despertó tal entusiasmo en Inglaterra y supuso tal vulnerabilidad de las defensas del Imperio español, que no sólo se acuñó la famosa medalla conmemorativa de la hazaña del 22 de noviembre de ese 1739 sino que, pleno de soberbia, pensó que con un esfuerzo adicional se podría sitiar y ocupar la más importante ciudad del Caribe. Cauteloso, Vernon hizo dos simulacros cuidadosamente planeados para asegurar la victoria. Además, como en 1739 Inglaterra se decidiera a declararle la guerra a España, poco antes de su ataque a Portobelo, Vernon obtuvo un insólito apoyo en material bélico como nunca antes había intentado Inglaterra armar para guerras en América: 8 grandes navíos de tres palos. 28 de línea, 12 fragatas de combate, 130 transportes, algunos brulotes, 9.000 hombres de desembarco, 2.000 negros macheteros de Jamaica, 15.000 marineros y la escuadra angloamericana compuesta por 2.763 marines, comandados por Lawrence Washington, hermano de George, futuro libertador de Estados Unidos. En suma, casi 29.000 hombres de guerra contra una ciudad de alrededor de 20.000 habitantes, malamente defendidos por 6 barcos, 1.100 soldados veteranos, 400 bisoños, 600 marineros, 300 milicias y 600 indios, negros y mulatos, esto es, apenas 3.000 hombres de tropa.

Es preciso saber que la guerra de Inglaterra contra España fue una típica guerra de rapiña, porque en realidad se trataba de diezmar las defensas españolas, consolidar la presencia británica en el área del Caribe --ya presente en Belice, Costa de Mosquitos (por cierto, cedida después a la Nueva Granada), Jaimaca, Caimán, Trinidad, Tobago-- y hacer de las Antillas un mar inglés, viejo sueño de la política exterior británica. Castigada "la arrogancia española" sería fácil presa en la mesa de negociaciones.

Acostumbrados los británicos al contrabando desde Portobelo, no aceptaban que se les registrara ni en puertos ni en altamar por los guardacostas españoles. La Convención del Pardo, del 14 de enero de 1739, había aceptado pagarle a los británicos por los daños ocasionados en operaciones de registro a los contrabandistas la cantidad de 95.000 libras esterlinas. Pero Felipe V de España no sólo no pagó lo convenido, sino que consideró menos costoso declararle la guerra a los británicos, el 25 de agosto de 1739. Vernon, encargado de la represalia, se desquitó con su ataque a Portobelo. Tal vez eso explique la inusual alegría que el saqueo produjo en la opinión británica y el espíritu revanchista que envalentó a los súbditos británicos.

El Diario del sitio editado por Dufresnoy nos proporciona, además de las estadísticas anotadas, otros detalles de interés. Los primeros buques enemigos fueron avistados el 13 de marzo de 1741 a las nueve de la mañana. La plaza, defendida por el virrey Sebastián de Eslava en persona, tenía de comandante a Blas de Lezo, ya mutilado por guerras anteriores. Para el día 15 toda la flota enemiga se había desplegado en plan de cerco. Al comienzo se notó la superioridad británica y fáciles acciones les permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada. No es el caso de recontar otra vez lo que los estudiosos ya conocen, hasta que una oportuna retraducción al español del texto francés nos permita hacer cotejos. Pero no deja de llamar la atención el énfasis que pone el anónimo redactor en la defensa del castillo de San Felipe de Barajas, de hecho el momento más crítico que sufrieron los británicos en todo el ataque: 1.200 británicos no pudieron asaltar el castillo defendido por 500 hispanoamericanos, dejando entre muertos, heridos y desertores a la mayor parte de los atacantes. Una vez más la clave de la victoria fueron las ingeniosas estratagemas que minaron la obvia ventaja británica. El Diario del sitio concluye con noticias sobre la propuesta de Vernon para el canje de prisioneros, el reconocimiento de 1.500 británicos muertos y heridos, entre ellos los mejores oficiales, las cuantiosas víctimas del escorbuto y la disentería, y la salida de la disminuida flota hacia Jamaica, el 8 de mayo. "Tales son las circunstancias más esenciales de la gran expedición que se ha hecho en los mares del Nuevo Mundo desde su descubrimiento", dice en las líneas finales.

La célebre medalla en que aparece Blas de Lezo de rodillas ante Vernon se convirtió en un trofeo de los vencedores... ¡españoles! En una cara se festinaba el triunfo inglés en Portobelo, el año 1739. Pero en la otra, "la arrogancia española vencida por el almirante Vernon" se convirtió en un escarnio para, ese sí, arrogante marino inglés. Pedro Murillo Velarde, en su Geografía histórica publicada en 1752, menciona la medalla de Vernon no sin cierta ironía: "le hicieron una medalla donde estaba esculpida la acción de Vernon en Portobelo, al modo de las que hicieron los indios de Nueva España cuando cogieron a los españoles una cabeza de caballo (¡!)". En la Historia de San Martín (1888), Bartolomé Mitre registró también el dato medallístico, y la conocida y oficializada Historia de Colombia para la enseñanza secundaria de José María Henao y Gerardo Arrubla (1910), al recordar el frustrado trofeo, apunta que "pareció a los británicos que ya se había puesto el sol en los sucesores de Carlos V". Todo lo dicho pudo ser cierto, pero ahora entendemos que en una sola batalla naval, la de Cartagena, Inglaterra perdió la oportunidad de hacerse en América a un sólido bastión en Tierra Firme y que aquí, en 1741, languideció el proyecto marítimo largamente acariciado por la "pérfida Albión": enseñorearse en los mares del Nuevo Mundo.

Medallas británicas de fecha de abril de 1741 y que fueron acuñadas por la que creían que fue victoria sin saber que había sido una derrota. Se puede ver a un Blas de Lezo arrodillado ante Vernon, sin saber que el Almirante español no tenía ni una pierna ni un brazo. Estas medallas fueron posteriormente utilizadas por los detractores de Gran Bretaña como motivo de burla. Foto del Museo naval de Madrid.

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Fotos de la zona

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Los Castillos de la defensa de Cartagena de Indias

 

Fotografías obtenidas en la exposición en honor de Blas de Lezo en el Museo Naval de Madrid , febrero 2013.

 

 

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Edited by RAE_Cmdt.Cavero
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